martes, 17 de abril de 2012

Bar del paraíso

No estaban de moda el speed o las cervezas artesanales, ni los necesitaban, Manuel, Mariano, Juan José y Cornelio cuando gestaban la revolución contra Baltasar Hidalgo de Cisneros, esa que conformaría el primer gobierno patrio, hace casi 201 años. Pero es famosa la historia que describe cómo las primeras ideas insurgentes nacieron en un bar.
No se conocen las coordenadas del local, aunque se cuenta que estaba cerca del río y, por ende, del burbujeante hervor del comercio y los condimentos culturales para la siempre ensaladosa Buenos Aires.
Sí he leído acerca de Don Pedro, el temerario dueño de la pocilga que ofrecía barra, aguardiente y mesas para las asambleas de quienes ilustrarían nuestros pesos. También escuché nombrar a Inmaculada, la joven que les servía las bebidas, cortaba la rudeza del ambiente con el perfume de los jazmines y hasta habría roto el corazón de Castelli sin querer queriendo.
El bar de Pedro fue, así, la cuna de la Revolución de Mayo. Aunque quien dice Pedro puede decir Alfonso, o cualquier otro nombre, cualquier otro bar. A decir verdad, ni siquiera sé si existió tal lugar. Pero si Felipe Pigna lo hace ¿Por qué no puedo yo, sin cobrarles un peso por una historia inventada?
Está bien, los que me conocen ya saben que miento compulsivamente. Pero los que me conocen mejor entienden que lo hago para potenciar una historia banal, para arrancar una sonrisa en el caos o endulzar un café amargo.
No soy el primero, claro, pero la foto de un bar, el lugar en el que se mezclan el ocio con el diálogo, los tragos (metafóricos y literales), tantos corazones, los sueños, a veces el dolor, el camino del olvido, el recuerdo, la nostalgia, los amigos que un día, en un abrir del ojo izquierdo y cerrar del derecho, se me han vuelto hermanos, me resulta casi tan inspiradora y tempestuosa como el mar.
He leído sobre bares donde flotaban las historias de viejos lobos de mar y feroces piratas, sobre cantinas western que despertaban el duelo entre el sheriff y el bandido, sobre pulperías y la justicia por mano propia, por facón propio. Pocas cosas se comparan con el punto de equilibrio entre la continuidad de los latidos y las copas justas en el lugar justo, ahí cuando lo oscuro del mundo queda donde está, en la oscuridad, y por un momento que se asemeja a la felicidad todo el bar, por más antro o cuchitril que sea, queda a la vera del brillo de los dientes de esos que me acompañan, porque ellos también se están riendo y eso me provoca mejor humor y así sucesivamente hasta que los siglos de los siglos resultó una noche.
Tu Tiempo es Hoy está pensado para lugares como los bares, para que todo ese magnetismo mágico, heredado de épocas inmemoriales, encauce las risas y los buenos ratos, la música y la cerveza, hacia un río menos revuelto. Que con mis amigos Raúl, Gastón, Brenda, también con Mariano, Cornelio, Manuel, con Sandokán y con Billy the Kid, podamos tomar una birra y, de paso, juntar alimentos no perecederos y frazadas para aquellos que duermen en la calle, los invisibles, los duendes.


El primer evento de Tu Tiempo es Hoy fue en el bar Pelthom, de José C. Paz, por eso. Y aunque el siguiente, el domingo 29, cuando juntaremos donaciones para la ONG Manos Abiertas, que alimenta y asiste a unas 200 personas todos los miércoles y viernes en Morón y San Miguel, será en otro lugar (la plaza ubicada al costado de la estación de Hurlingham del ferrocarril San Martín), fueron los dueños de nuestro bar querido quienes entendieron el concepto.
Ofrecieron Pelthom como centro de acopio para donaciones de acá hasta que Tu Tiempo es Hoy exista. Es fácil, no molesta a nadie, no cuesta nada, pero ellos tuvieron la idea y la cristalizaron.
Una caja espera en el bar, ese que recordaremos como nuestro lugar en el mundo durante lo que vendrían a ser nuestros años dorados, para guardar frazadas y el listado de alimentos no perecederos que cierra este texto. Un cartel en su vidriera así lo explica. Sólo la voluntad y las ganas de dar una mano de aquellos que frecuentan el lugar pero no están seguros de poder asistir al show de La Urbana, Donde Manda Marinero y la Socialista VillaClub FunkBand pueden convertir esa idea en un grano de arena concreto, real, amarillo, para mejorar el mundo.


En Pelthom Bar, Gelly Obes 4910 (esquina Lavalle, frente a la plaza de José C. Paz), se reciben:
-Alimentos no perecederos: arroz, fideos, puré de tomates, lentejas, arvejas.
-Cubiertos descartables: platos plásticos, cuchillos, tenedores, vasitos.
-Frazadas

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