lunes, 28 de mayo de 2012

De Beatles, rockabilly y solidaridad

Por Carolina Scartascini 

Nacho y Pablo, los Paul y George de Ayres Beatle Band.
No recibí ningún “no” en respuesta. -¿Me comprás una rifa?- preguntaba, y lo más parecido a una negativa fue un “ya le compré a la otra chica”. Admito que mentí. A ellos les dije que la rifa se vencía en diez minutos sólo para que nos compren otra. Pero estoy segura de que sabían que era un engaño porque compraban nuevamente, sólo por el gesto de colaborar con la causa. Mientras el rockabilly nos curtía dulcemente, con Milena correteábamos por el bar, abajo-arriba-escalera-baño-barra, y vendíamos a lo loco. Yo nunca había vendido rifas, ni siquiera en época de colegio; lo fantástico fue encontrarme con respuestas sonrientes, con ganas de ayudar.
Sam and the Roll Boys.
La escalera de Il Amichi era como un balconcito en el que la gente se asomaba para ver tocar a Sam and the Roll Boys –primero- y a Ayres Beatle Band –después-. Cerquita del primer escalón, casi entorpeciendo el paso de la mesera, estaba Renzo. Él pintaba con la música el cuadro que sería sorteado más tarde. Uno pasaba y veía como, minuto a minuto, se llenaba el lienzo, por naturaleza blanco, con el color del rock. De a $ 4 el número, o $ 5 cuando los más generosos dejaban la “propina”, se juntaron $ 322 que sirvieron para costear los gastos del traslado y sonido y, también, para sumar donaciones a lo recaudado: cuatro bolsas de consorcio con ropa y abrigo, las tres cajas con libros de cuentos, diccionarios y enciclopedias, la bolsa con útiles escolares, 41 paquetes de fideos, 16 de arroz, 15 latas de tomate, 10 paquetes de polenta, 8 de galletitas, 3 de azúcar, 3 de lentejas, 2 cajas de té, 2 de bizcochuelo, 2 de harina, 2 leches, un paquete de tostadas, uno de copos de maíz azucarados y 1 de yerba, con lo cara que está.

jueves, 17 de mayo de 2012

Subí al rayo que te llevo

Por Juan Tejedor

“Ya móntate en el rayo para ir”, dice el tipo que le puso música a la frase “tu tiempo es hoy”, en otra de sus canciones jóvenes. Dice “móntate”, esdrújulo, y no “montate”, como se dice. Spinetta cuando escribía y cuando cantaba hablaba de tú, más allá de algún voseo eventualísimo y hasta, a veces, ripioso como el “y vos me respóndes” de “Nena boba” que parece querer demostrar que el vos no puede contra el tú en la lírica flaca. Quién sabe los motivos. Pudo ser la influencia del bolero que reinaba antes de que el rock fuera argentino junto con los Teen Tops y hasta la Nueva Ola de Palito y sus secuaces. Pudo ser que Luis prefiriera ese decir sutil para la cadencia sin cunetas de sus versos. Spinetta abrazó el tú de entrada y se quedó en él para siempre. “Móntate en el rayo”, entonces, invitó y requirió –que suele ser casi lo mismo— sobre una secuencia del si bemol al re. Tenía razón, como habitualmente. Estos rufianes de Tu Tiempo es Hoy lo saben.

jueves, 10 de mayo de 2012

El arte de las musas


-Queríamos hacer algo para ayudar, pero no sabíamos por dónde empezar –me cuenta Micaela.
La frase me suena. Me preocupa repetir frases. Me preocupa repetirme, que la solidaridad se vuelva un discurso, que los sentimientos se transformen en palabras. Pero entiendo a Micaela.
¿Cuántos así habrá en mi barrio? ¿En la provincia de Buenos Aires? ¿Y en el continente?
Pienso.
Recuerdo a Victoria, cuando me dijo con voz trémula pero convencida que si cada persona del planeta ayudara a alguien que no tiene para comer, que no tiene para vestirse, no habría indigencia.
-Con Juano recorrimos varios hogares o comedores de Ramos Mejía, pero en todos nos daban vueltas, o nos trataban raro –retoma Mica. Ah, Juano es su hermano –Ninguno nos convencía. A través de una doctora amiga suya, dimos con Silvia.