El
pasillo de entrada a Cultura del Sur se convirtió, un buen día, en un
corredor con artesanías, muestras de fotos y mensajes que llevaban a
un espacio donde la música, el calor y las ganas de ayudar se
mezclaban en una gran ensalada dominguera: el Almacén de Tiempo. Si te lo perdiste, entrá a repasarlo.
Por Jazmín Bullorini
Un
pelilargo de barba candado vestido con una remera de Los Ramones y
look punk pone una bolsa con azúcar, salsa de tomates y fideos en la
caja de donaciones que había en El Almacén de Tiempo. Lo precedió
un pelado de pantalones hippies que había estacionado su bici en la
puerta de Cultura del Sur para dejar su aporte. Ellos y cientos de
personas más, el domingo pasado se acercaron a Meeks 1066 armaron una fiesta de solidaridad, arte y rock que terminó con dos
camionetas repletas de alimentos y juguetes para el comedor El
Progreso de Lomas de Zamora, donde Eva recibe a más de 60 chicos
cada día.
El
patio-pasillo de la entrada, como de media cuadra de largo, ofició
de túnel del tiempo. No es que te llevara al futuro ni al pasado
precisamente, pero sí a un tiempo paralelo en el que el domingo no
tenía ese bajón reflexivo de siempre. “Sorprendente”, diría
cualquier propaganda de Sprayette. Y sí, así fue.
La
jornada arrancó, como siempre, con el escuadrón de los guirnarleros
decorando el lugar (Advertencia: cuando los veas, corré. No te
quedes quieto porque te estampan una estrella de cartulina en la
jeta, yo sé lo que te digo). Los artesanos armaron sus puestos y
cerca de las 16, familias, grupos de amigos y la misma Eva con su
marido e hijos empezaron a llegar, ninguneando a la lluvia que
amenazaba desde temprano. Esa secuencia se extendió hasta bien
entrada la noche, cuando seguían entrando los que venían a ver a
las bandas. Como consecuencia directa de tantos visitantes, la pila
de donaciones crecía y crecía.
El
show de danza contemporánea abrió el tiempo y se robó las miradas
cariñosas del público masculino. Detrás, llegaron Ivo Ferrer y LosTremendos para despilfarrar buena energía, rap y ternura con sus
canciones. Entre tanda y tanda, las chicas del Colegio Nuestra Señora
del Carmen, profesionales en el arte de vender rifas, le enchufaban
numeritos a todo el que se cruzaba en su camino. Juntaron $ 750 que
ya están destinados a la compra de redes, arcos y otros materiales
para la Escuelita de Fútbol El Progreso, de Christian Pereyra.
Cuando
cayó la noche, un colectivo de la línea 543, empresa que siempre
colabora con la causa, frenó en la puerta. Como si fuera un auto de
payasos, empezaron a bajar de a uno los 16 percusionistas de LaChilinga Lomas con sus bombos y redoblantes, para sacudir el letargo que
quedaba de la tarde. Y funcionó. Porque después de terminar su
performance, se armó el bailongo en el salón. Agarrados de las
manos o sueltos, parejas, amigos y familias se movieron al ritmo que
Mariano, más conocido como Selector Conciencia, imponía desde su
consola.
Haaaasta
que llegó Pollerapantalón a demostrar la magia de la música
instrumental. No te miento, cuando estos muchachos tocan algo los
pies no pueden tocar el suelo más de 20 segundos seguidos. Entre
saltitos, aunque no quieras y hagas fuerza, se te mueven solos los
hombros y la cabeza.
Pero
el sonido de los saxos y el órgano dejó paso a la distorsión y la
batería de Los Olestar, que con camisas floreadas volvieron a
hacerlo: transformaron temas de Leo Mattioli, Amar Azul y Antonio
Ríos en punk rock, cambiaron los pasitos de cumbia por ganas de
pisar pollitos. Pero como respetamos la vida animal, saciamos la
locura en un pogo desquiciado que no le hacía asco a la
transpiración de la multitud. Madres de más de 50, jóvenes menores
de 30 y motoqueros rudos de edad indeterminada, se amalgamaron en un
cierre sin desperdicio.
“Qué
lindo que es soñar, y no te cuesta nada más que tiempo”, dice
Kevin Johansen en una de sus canciones, y no la pifia. Hace casi dos
años, un grupo de locos soñó con armar eventos, a los que llamó
“tiempos”, con el fin de divertirse y ayudar. El domingo, después
de haber cantado, bailado, charlado y reído con amigos, dos
camionetas llenas de alimentos y juguetes se fueron para el comedor
de Eva a seguir el círculo, quien se encarga de alimentar a los
chicos del barrio El Progreso pero, fundamentalmente, de enseñarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario