-¿Sabes -preguntó Peter-, por
qué las golondrinas anidan en los aleros de las casas? Es para escuchar
cuentos. Ay, Wendy, tu madre os estaba contando una historia preciosa.
-¿Qué historia era?
-La del príncipe que no podía
encontrar a la dama que llevaba el zapatito de cristal.
-Peter -dijo Wendy
emocionada-, ésa era Cenicienta y él la encontró y vivieron felices para
siempre.
Peter se puso tan contento
que se levantó del suelo, donde habían estado sentados y corrió a la ventana.
-¿Dónde vas? -exclamó ella
alarmada.
-A decírselo a los demás
chicos.
-No te vayas, Peter -le rogó
ella-, me sé muchos cuentos.
Ésas fueron sus palabras exactas, así que no hay forma de negar que fue ella la que
tentó a él primero.
Él regresó, con un brillo
codicioso en los ojos que debería haberla puesto en guardia, pero no fue así.
-¡Qué historias podría
contarles a los chicos! -exclamó y entonces Peter la agarró y comenzó a arrastrarla hacia la ventana.
-Wendy, ven conmigo y
cuéntaselo a los demás chicos. Como es natural se sintió muy halagada de que se lo pidiera, pero dijo:
-Ay, no puedo. ¡Piensa en
mamá! Además, no sé volar.
-Yo te enseñaré.
-Oh, qué maravilla poder
volar.
-Te enseñaré a subirte a la
ventana y luego, allá vamos.
-¡Oooh! -exclamó ella
entusiasmada.
-Wendy. Wendy, cuando estás
durmiendo en esa estúpida cama podrías estar volando conmigo diciéndoles cosas
graciosas a las estrellas.
Cuando apoyé la cabeza en la
almohada, horas después de que Rosita me contara su idea para celebrar el Día
del Niño, no tardé en recordar a Peter Pan. Hacía mucho frío, mi ventana tiene
persianas pesadas y mi habitación da a una ruta provincial. Estas son sólo
algunas de las razones por las que el niño eterno nunca se apersonó más que en pensamientos,
como volvió a hacerlo cuando supe del plan de la gente de Pelthom Bar.
-Quiero que toquen los
chicos. Que juntemos juguetes, pero que ellos participen, que el que sepa
cantar, tocar el piano, el bajo, la batería, la guitarra, puedan subirse al
escenario. De los chicos, para los chicos –me contó efusiva la
madre de Luis, Any y Ludmila, con la misma ambición en la mirada que tenía Peter Pan cuando pensó en llevarse a Wendy. Y siguió proyectando, atragantándose con las
ideas, sonriendo y bailando como la Wendy crecida, o su versión del Conurbano.
Ya está confirmada, en los
ventanales del bar, la presencia de un sol radiante, que para entonces estará en
plena pretemporada para la primavera. El domingo 12 de agosto a partir de las
16, un artista sorpresa se va a poner al hombro la guitarra, la banda, el Día
del Niño, el blues y las canciones que todos los chicos inscriptos quieran
pasar a tocar.
La idea es no contar todavía
quién va a ser. El show, gratuito, será para toda la familia, y estará acompañado de chocolate caliente, personajes salidos de los cuentos incendiados
en los cuentos de Ray Bradbury, globos, juegos y sorpresas tan fantásticas que
todavía no fueron concebidas.
Y acá viene lo importante: no
te puedo decir quién será el prestigioso músico que va a cantar. Sólo puedo
asegurar que si lo dijera, en el bar no entraría un alfiler ni aunque todos los
asistentes tuvieran el tamaño de Campanita. Así que hay que creer, como John y
Michael cuando su hermana les dijo que si saltaban por la ventana iban a volar
como ella. Creer y empezar a juntar juguetes, que ya se están acopiando en
Gelly Obes y Arias, frente a la plaza de José C. Paz.
Mucho de triste tiene la
historia y el final de Peter Pan, el jovencito vestido de verde que da nombre al
moderno síndrome de quienes le escapan a las obligaciones. Al crecer, los seres
humanos pierden la capacidad de volar, desechan uno a uno los sueños, se
vuelven más reacios a acercarse a la ventana. Esperan en vez de actuar. Descreen de lo que fue, lo confunden con lo que imaginaron. La propia Wendy llegó a dudar si realmente había flotado
alguna vez sobre la laguna de las sirenas, y fue su hija Jane quien tuvo que
confirmárselo sin más pruebas que la credulidad.
El problema es que hay duendes
a los que no les basta con la niñez para volar. Mientras nuestros relojes
corren, el tren anda mal, nos ofuscamos por un mal día en el trabajo, nos
indignamos por las trabas para comprar dólares o la inseguridad, por las calles
caminan descalzos chicos que no tienen tiempo para esperar a Peter Pan en la
ventana. De hecho, la mayoría no tiene siquiera una ventana.
Rosita, que la tuvo, ella que
mantiene encendida la llama de Wendy, quiere hacer algo al respecto. Y nosotros
pensamos ayudarla a convocar a todos los chicos perdidos que nunca dejaron de
seguir a Peter.
Para colaborar con Tu Tiempo es Hoy, llevar juguetes y almohadones a Pelthom Bar (Gelly Obes 4910, frente a la Plaza de José C. Paz). Serán destinados a escuelas públicas del distrito y al comedor Los Chicos Primero.
El domingo 12 de agosto, desde las 16, podés acercarte al bar a disfrutar del artista sorpresa. Todos los chicos que quieran anotarse para tocar o demostrar su talento, pueden hacerlo en el bar o llamando al 02320-447526.
No hay comentarios:
Publicar un comentario