lunes, 16 de julio de 2012

Acercarse a la ventana


-¿Sabes -preguntó Peter-, por qué las golondrinas anidan en los aleros de las casas? Es para escuchar cuentos. Ay, Wendy, tu madre os estaba contando una historia preciosa.

-¿Qué historia era?

-La del príncipe que no podía encontrar a la dama que llevaba el zapatito de cristal.
-Peter -dijo Wendy emocionada-, ésa era Cenicienta y él la encontró y vivieron felices para siempre.
Peter se puso tan contento que se levantó del suelo, donde habían estado sentados y corrió a la ventana.
-¿Dónde vas? -exclamó ella alarmada.
-A decírselo a los demás chicos.
-No te vayas, Peter -le rogó ella-, me sé muchos cuentos.
Ésas fueron sus palabras exactas, así que no hay forma de negar que fue ella la que tentó a él primero.
Él regresó, con un brillo codicioso en los ojos que debería haberla puesto en guardia, pero no fue así.
-¡Qué historias podría contarles a los chicos! -exclamó y entonces Peter la agarró y comenzó a arrastrarla hacia la ventana.
-Wendy, ven conmigo y cuéntaselo a los demás chicos. Como es natural se sintió muy halagada de que se lo pidiera, pero dijo:
-Ay, no puedo. ¡Piensa en mamá! Además, no sé volar.
-Yo te enseñaré.
-Oh, qué maravilla poder volar.
-Te enseñaré a subirte a la ventana y luego, allá vamos.
-¡Oooh! -exclamó ella entusiasmada.
-Wendy. Wendy, cuando estás durmiendo en esa estúpida cama podrías estar volando conmigo diciéndoles cosas graciosas a las estrellas.
  
Cuando apoyé la cabeza en la almohada, horas después de que Rosita me contara su idea para celebrar el Día del Niño, no tardé en recordar a Peter Pan. Hacía mucho frío, mi ventana tiene persianas pesadas y mi habitación da a una ruta provincial. Estas son sólo algunas de las razones por las que el niño eterno nunca se apersonó más que en pensamientos, como volvió a hacerlo cuando supe del plan de la gente de Pelthom Bar.

-Quiero que toquen los chicos. Que juntemos juguetes, pero que ellos participen, que el que sepa cantar, tocar el piano, el bajo, la batería, la guitarra, puedan subirse al escenario. De los chicos, para los chicos –me contó efusiva la madre de Luis, Any y Ludmila, con la misma ambición en la mirada que tenía Peter Pan cuando pensó en llevarse a Wendy. Y siguió proyectando, atragantándose con las ideas, sonriendo y bailando como la Wendy crecida, o su versión del Conurbano.

Ya está confirmada, en los ventanales del bar, la presencia de un sol radiante, que para entonces estará en plena pretemporada para la primavera. El domingo 12 de agosto a partir de las 16, un artista sorpresa se va a poner al hombro la guitarra, la banda, el Día del Niño, el blues y las canciones que todos los chicos inscriptos quieran pasar a tocar.
La idea es no contar todavía quién va a ser. El show, gratuito, será para toda la familia, y estará acompañado de chocolate caliente, personajes salidos de los cuentos incendiados en los cuentos de Ray Bradbury, globos, juegos y sorpresas tan fantásticas que todavía no fueron concebidas.
Y acá viene lo importante: no te puedo decir quién será el prestigioso músico que va a cantar. Sólo puedo asegurar que si lo dijera, en el bar no entraría un alfiler ni aunque todos los asistentes tuvieran el tamaño de Campanita. Así que hay que creer, como John y Michael cuando su hermana les dijo que si saltaban por la ventana iban a volar como ella. Creer y empezar a juntar juguetes, que ya se están acopiando en Gelly Obes y Arias, frente a la plaza de José C. Paz.

Mucho de triste tiene la historia y el final de Peter Pan, el jovencito vestido de verde que da nombre al moderno síndrome de quienes le escapan a las obligaciones. Al crecer, los seres humanos pierden la capacidad de volar, desechan uno a uno los sueños, se vuelven más reacios a acercarse a la ventana. Esperan en vez de actuar. Descreen de lo que fue, lo confunden con lo que imaginaron. La propia Wendy llegó a dudar si realmente había flotado alguna vez sobre la laguna de las sirenas, y fue su hija Jane quien tuvo que confirmárselo sin más pruebas que la credulidad.
El problema es que hay duendes a los que no les basta con la niñez para volar. Mientras nuestros relojes corren, el tren anda mal, nos ofuscamos por un mal día en el trabajo, nos indignamos por las trabas para comprar dólares o la inseguridad, por las calles caminan descalzos chicos que no tienen tiempo para esperar a Peter Pan en la ventana. De hecho, la mayoría no tiene siquiera una ventana.
Rosita, que la tuvo, ella que mantiene encendida la llama de Wendy, quiere hacer algo al respecto. Y nosotros pensamos ayudarla a convocar a todos los chicos perdidos que nunca dejaron de seguir a Peter.


Para colaborar con Tu Tiempo es Hoy, llevar juguetes y almohadones a Pelthom Bar (Gelly Obes 4910, frente a la Plaza de José C. Paz). Serán destinados a escuelas públicas del distrito y al comedor Los Chicos Primero.
El domingo 12 de agosto, desde las 16, podés acercarte al bar a disfrutar del artista sorpresa. Todos los chicos que quieran anotarse para tocar o demostrar su talento, pueden hacerlo en el bar o llamando al 02320-447526.

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