martes, 11 de junio de 2013

Raimundo y la Fábrica de risas

Cuentan quienes tuvieron la dicha de conocer a Don Raimundo que no tenía límites. Dicen que su humor iba en tren bala del negro azabache al amarillo patito sin estaciones intermedias. Que una vez, de puro jodón que era, le pateó el bastón al viejo García y lo terminó curando en el suelo con chistes de gallegos. Que otra vez recorrió la avenida Pavón de madrugada con tres baldes de pintura y le cambió los colores a todos los semáforos. Que su compañero de catequesis fue Jaimito. Durante su primera madurez empezó a edificar en un terreno de su abuelo y levantó un galpón que, en cuestión de meses, se convirtió en una industria.
Por Renzo Layco
Usó los ahorros para traer las máquinas
de Costa Rica, se asoció con los tres amigos más laburantes que tenía y le dio sin asco a la manivela. El humo colorido no tardó en salir de la chimenea y, en dos añitos, adquirió renombre en todo el sur del Conurbano Bonaerense por ser el dueño de la mejor Fábrica de Risas de Lomas de Zamora. Bah, de la única que había.
El negocio, por supuesto, fue un fracaso. Pero para que comiera la familia, a Don Raimundo le alcanzaba con levantar quiniela en dos o tres recorriditas matutinas. Mientras tanto, la producción de la fábrica no cesaba. Creció el personal y, exponencialmente, las risas que se entregaban en camiones por la Capital, zona Oeste, el interior del país y hasta Paraguay.
La empresa de Raimundo no tenía competencia. Producían risas estándar, risas para zurdos, carcajadas para talles especiales, risas con lágrimas, sonrisas de colegialas, dentaduras para abuelos y protectores bucales para boxeadores que podían estar recontra cagados a piñas pero no te iban a dejar de sonreír ni por casualidad.
Pero la globalización y el marketing arrasaron tanto con los afiladores de cuchillos como con las fábricas de risas, y Don Raimundo se fue poniendo mayor. Fue una tarde de otoño, saliendo de la fábrica, cuando recordó viejas andanzas y, como otras veces, empezó a reírse solo. Sería la última vez y algo en el amarillo de las hojas se lo hizo saber. Así que aprovechó, lloró de carcajadas y se murió de risa.

El sermón, en el velorio, lo dio el payaso Socotroco. Y aunque primero los familiares que venían de Burzaco quedaron pasmados cuando el cajón se abrió en pleno descenso y el cuerpo quedó colgando, todos se cagaron de risa cuando descubrieron que era un muñeco. Un artículo en su testamento había pedido esa última joda.
La tristeza empezó a ganar terreno en la siguiente década, cuando los hijos y sobrinos que se hicieron cargo de la Fábrica de Risas se dieron cuenta de que podían aprovechar la maquinaria para ganar guita. Echaron a unos cuantos empleados y empezaron a fabricar tornillos. Risas, nunca más. Tanta agua (o cuenta corriente) pasó bajo el puente, que la gente se fue olvidando hasta de la dirección primera que tuvo la vieja fábrica de Don Raimundo. Sus descendientes vendieron el fondo de comercio y la historia se convirtió en leyenda conurbana.

Hasta hoy.

-Hoy. Tu tiempo es hoy –se le escuchó  decir a uno los pibes que empezaron a frecuentar edificios abandonados de Lomas. Venían de otros lados. O acaso de otra época. Empezaron a repartir panfletos que proponían “recuperar la Fábrica de risas”. Hicieron proselitismo: armaron rondas de chistes en los vagones del Roca en horas pico, le pusieron narices de payaso a los desprevenidos e hicieron rin raje hasta que, un día, les abrieron una puerta antes de que pudieran salir corriendo. Estaban en Almirante Brown 2402.
-Va a ser acá –dijeron, y convocaron a los nuevos operarios para reabrir la industria del viejo Raimundo. –Y va a ser el 30 de junio. Domingo a la tarde. La  reinauguración se va a celebrar con una gran fiesta.
En el lugar elegido para montar la fábrica, ensamblar las piezas y poner en funcionamiento los engranajes, se pusieron de acuerdo. Y Raimundo, desde otra dimensión, les mandó su bendición:

-¿Cuál es el colmo de una funeraria? Que el negocio esté muerto.


El domingo 30 de junio, desde las 16, recibimos abrigo, calzado y alimentos no perecederos para el comedor Manos Solidarias, de las Madres contra el paco en Villa Lamadrid (Ingeniero Budge).
En la Fábrica de Risas actuarán las compañías de teatro Chiche Bombón, Hernán Vázquez y Tutuca., y cerrará la banda de rock Ignoto. Habrá feria de artesanos, pintura en vivo, una muestra de fotos y juegos con premios que no te das una idea.
En el Teatro Ceta (Almirante Brown 2402, Lomas de Zamora).

No hay comentarios:

Publicar un comentario