miércoles, 22 de agosto de 2012

Gente que sí


Me cansé, viejo. No, no me cansé, me aburrí. Me exasperó la gente que insiste en eso de que no hay gente como la gente. De que no se puede ya confiar en nadie. Todo el tiempo, por pisado, fue mejor. Ya no existe la palabra. Blablablá blablá, blablá.
No podría precisar hace cuánto vengo topándome con los eslabones de una cadena de oro, no porque sea el metal para invertir en épocas en las que el valor del dólar amenaza aparentemente con desatar una guerra civil y extinguir a nuestro país, sino por su brillo, por su semejanza al sol.
Al último lo crucé hoy. Humberto, guitarrista y cantor de zambas y chacareras, uno de los pocos del género que lograron conmoverme y me llevaron a conocerlo. Cada vez que pasa por mi vagón del ferrocarril San Martín, una mirada cómplice antecede a la pieza de Horacio Guaraní. Humberto sabe que es mi folclorista preferido.

También sabe que soy periodista, y que me gusta la Gente que sí. Hoy, me contó de su última visita a Los Ángeles, donde vive su hijo. Cuando va “con los gringos”, como él dice, lleva su criolla y sus coplas.
-Vos sabés que hay un norteamericano que descubrió las alpargatas –me contó entre Palermo y Retiro, después de la última canción del viaje de ida-. Allá nadie usa alpargatas. El tipo las replicó, se puso una fábrica. Las vende a 50 dólares. Pero dona 10 dólares de cada unidad a los chicos desnutridos del África. ¿Qué obligación tenía? Ninguna. Hay lugares para ayudar, cuando uno tiene ganas o ideas. Avisame cuando haya un hueco, que vamos a tocar.
Humberto sonríe. Le desea a la gente un buen día, le hace frente a la lluvia, le canta con especial fulgor en los ojos a los niños. Fue la última puntada de una soga que veo crecer día a día.
Rosa fue la anterior. Ella, sus hijos y su esposo atienden en Pelthom Bar. A Rosa, maravillosa como la canción de Sandro, a quien suelen llamar Rosita, se le ocurrió que el Día del Niño tenía que juntar juguetes para dos escuelas públicas de José C. Paz. Y para Tu Tiempo es Hoy.
Rosita, quien difícilmente deja de bailar, sonreír y mover ampulosamente las manos cuando está convencida de lo que dice (o sea, todo el tiempo), convenció a Juan de que tocara junto a todos los chicos que quisieran participar del festejo.
Juan, que se llama también Antonio Ferreyra, pero le dicen JAF, y agota entradas en los bares de buena vida o mala muerte de cualquier condado, cumplió la palabra que dio hace un año. Tocó, gratis, sin cobrar un peso, para el Día del Niño.
-A los chicos –dijo con un gesto serio, casi de reto, que le arqueó un poco más la ceja derecha como al Capitán Garfio- hay que escucharlos. Siempre que tengan una manifestación artística para compartir, por mínima que sea, hay que escucharlos. Se están comunicando desde lo más puro de su expresión.
Y así lo hizo, durante unas dos horas. Entendió la idea de Rosita, de un festejo de chicos para chicos, sin alcohol ni humo, con globos, payasos y colores. Cada pibe que quiso copó el escenario y sacudió con entusiasmo la batería al compás del blues del viejo zorro de bares que se fue, silencioso como llegó, con el abrigo al hombro y la guitarra en la mano.
Hay gente como la gente, y hay gente como Milena, una joven bailarina y profesora de danza  que tuvo la idea de aprovechar la muestra de sus pigmeas alumnitas para pedirle juguetes a los asistentes. Milena, como María Elena de Troya, nacida de un huevo de cisne engendrado por Zeuz, como Humberto, Rosita y JAF, como otro Juan que nos llenó una camioneta de juguetes, andan por la calle obteniendo lo que se proponen.
Son gente como la gente. Tienen sus trabajos, sus frustraciones, sus lágrimas, momentos en los que se sienten un grano de arroz en el Río Orinoco, o en cualquier otro río sin un nombre  tan divertido. Pero se prohíben dejar de bracear.
Tu Tiempo es Hoy nació de la pureza y la hinchazón de corazón que tienen aquellos con los que nos cruzamos en el camino. Los que están dispuestos a tirar una soga, a remar al costado, a ausentarse del trabajo para manejar un tranvía y llevar juguetes, a sacar fotos, a compartir su arte, como Renzo, como John Lennon, como Pablito, como Robin Hood, como Gastón, Brenda, Majo, Victoria, como el Hombre Hormiga, Gabriela, Marisol, Rodrigo, Germán, como Silvia, como mis viejos, como quienes te arrancan un suspiro o una sonrisa. Gente de este mundo, de la vuelta de la esquina. No gente conformista. Pero jamás negativa. Gente que sí.

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