Apareció un poco como una revelación,
entre conjeturas de almohada e inquietudes de perro pulgoso. Fue parido de una
charla, o de miles de charlas, de un racimo de sentimientos profundos,
oceánicos, tectónicos. De una necesidad y de la inmediata complicidad de un
puñado de amigos (díganme qué hay más sagrado que esos individuos que un día
son extraños que no tienen tu sangre, ni comparten tu techo ni lamen tus
heridas, y horas después te siguen a la Conchinchina, se sumergen con vos sin
tubo de oxígeno en un volcán).
Renzo Layco |
Me acordé ahora por dos cosas. En primer
lugar, una amiga está padeciendo un ataque de insomnio galopante, y Tu Tiempo es Hoy germinó una noche con poco sueño y muchos laberintos. La otra es el
vértigo que da la cercanía al Mundo de Papel, el evento solidario, happening
artístico, cuento épico, el proyecto más grande que encaramos en poco más
de un año de vida. El vértigo y el peso de la responsabilidad, pero el alivio
de las espaldas que se apoyan a las nuestras.
Aquella noche de insomnio en la que tomó
difusas formas Tu Tiempo es Hoy, soñé (con ojos abiertísimos) con esto. Viste
que en los sueños ahora estás acá, ponele, en el living frente a la compu
con el perro que se llama Judas. Pero de pronto van a entrar ladrones y ahora
estás en una calle oscura, después en un castillo, y los ladrones son extraterrestres
que quieren practicarte una lobotomía. O una pantera negra que te corre en el
supermercado, en la escuela, en la redacción. Bueno, al menos mis sueños son
así.
Aquel sueño fue así. Lejano. Había gente
de todas partes queriendo sumarse a un grupo de amigos que hacían recitales
para juntar ropa para dos hospitales. Vi a mis amigos, pero también vi a sus
amigos, y a perfectos desconocidos que sumaban ideas que iban desde
personificar a la locura en la entrada a una ciudad fantástica hasta cocinar,
bajar estrellas del cielo para decorar los árboles, hacerse cargo de mejorar el
mundo o mejorarse uno mismo, día tras día.
Porque lo peor de aquel sueño y de éste,
el Mundo de Papel, es que ahora tenemos la espada en la espalda pero no para
saltar a los tiburones. No. Tenemos la cimitarra de Sandokán pinchándonos el
culo para que después del festival de la Universidad Nacional de General
Sarmiento, no dejemos
de soñar despiertos, sigamos juntos, como lo dicta la biblia del Mundo de
Papel.
Les digo algo no sin miedo a la
cursilería. Tengan cuidado con lo que se proponen. No me refiero a los deseos
de Año Nuevo: eso no existe. Hablo de lo que se proponen y buscan (dice la RAE sobre
buscar: hacer lo necesario para conseguir algo). Sean prudentes, porque todo
está al alcance del corazón, la cabeza y las manos, en ese orden. El mundo
(este, el de Papel, los que ocupan todas las galaxias) está esperándonos. Vamos
a buscarlo.
El domingo, llevá a la Universidad Nacional de General Sarmiento (Gutiérrez 1150, Los Polvorines) alimentos no perecederos y útiles escolares.
Te vas a cruzar con una ciudad fantástica con juegos, artistas de circo, artesanos, Yani Hernández, La Moña Suelta, Los Marsupiales, Tierra Fértil, Sam & The Roll Boys y Peti, el cantante de Riddim.
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