viernes, 8 de marzo de 2013

Soñar cuesta un mundo


Apareció un poco como una revelación, entre conjeturas de almohada e inquietudes de perro pulgoso. Fue parido de una charla, o de miles de charlas, de un racimo de sentimientos profundos, oceánicos, tectónicos. De una necesidad y de la inmediata complicidad de un puñado de amigos (díganme qué hay más sagrado que esos individuos que un día son extraños que no tienen tu sangre, ni comparten tu techo ni lamen tus heridas, y horas después te siguen a la Conchinchina, se sumergen con vos sin tubo de oxígeno en un volcán).
Renzo Layco
Me acordé ahora por dos cosas. En primer lugar, una amiga está padeciendo un ataque de insomnio galopante, y Tu Tiempo es Hoy germinó una noche con poco sueño y muchos laberintos. La otra es el vértigo que da la cercanía al Mundo de Papel, el evento solidario, happening artístico, cuento épico, el proyecto  más grande que encaramos en poco más de un año de vida. El vértigo y el peso de la responsabilidad, pero el alivio de las espaldas que se apoyan a las nuestras.
Aquella noche de insomnio en la que tomó difusas formas Tu Tiempo es Hoy, soñé (con ojos abiertísimos) con esto. Viste que en los sueños ahora estás acá, ponele, en el living frente a la compu con el perro que se llama Judas. Pero de pronto van a entrar ladrones y ahora estás en una calle oscura, después en un castillo, y los ladrones son extraterrestres que quieren practicarte una lobotomía. O una pantera negra que te corre en el supermercado, en la escuela, en la redacción. Bueno, al menos mis sueños son así.

Aquel sueño fue así. Lejano. Había gente de todas partes queriendo sumarse a un grupo de amigos que hacían recitales para juntar ropa para dos hospitales. Vi a mis amigos, pero también vi a sus amigos, y a perfectos desconocidos que sumaban ideas que iban desde personificar a la locura en la entrada a una ciudad fantástica hasta cocinar, bajar estrellas del cielo para decorar los árboles, hacerse cargo de mejorar el mundo o mejorarse uno mismo, día tras día.
Porque lo peor de aquel sueño y de éste, el Mundo de Papel, es que ahora tenemos la espada en la espalda pero no para saltar a los tiburones. No. Tenemos la cimitarra de Sandokán pinchándonos el culo para que después del festival de la Universidad Nacional de General Sarmiento, no dejemos de soñar despiertos, sigamos juntos, como lo dicta la biblia del Mundo de Papel.

Les digo algo no sin miedo a la cursilería. Tengan cuidado con lo que se proponen. No me refiero a los deseos de Año Nuevo: eso no existe. Hablo de lo que se proponen y buscan (dice la RAE sobre buscar: hacer lo necesario para conseguir algo). Sean prudentes, porque todo está al alcance del corazón, la cabeza y las manos, en ese orden. El mundo (este, el de Papel, los que ocupan todas las galaxias) está esperándonos. Vamos a buscarlo.


El domingo, llevá a la Universidad Nacional de General Sarmiento (Gutiérrez 1150, Los Polvorines) alimentos no perecederos y útiles escolares.
Te vas a cruzar con una ciudad fantástica con juegos, artistas de circo, artesanos, Yani Hernández, La Moña Suelta, Los Marsupiales, Tierra Fértil,  Sam & The Roll Boys y Peti, el cantante de Riddim.

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