Por Victoria De Tonmasso
Di con su teléfono una de esas tardes cálidas
que se prestan para salir a caminar al corredor de Bella Vista. Me paré a
comprar en un kiosquito y lo vi. A disposición de todos, en un cartelito que
invitaba a colaborar, estaba el celular de Susana. Llegué a casa y la llamé. Percibí la
voz de una persona mayor con energía adolescente, y confirmé esa impresión el día
que la conocí personalmente. Tras varias tazas de café y un recorrido por su casa,
en cuyo suelo reposaban varias bolsas de ropa, la mujer detrás de la sonrisa se
hizo relato.
Susana recorre las estaciones del ferrocarril con comida para quienes duermen allí. (Lucila Munilla Lacasa). |
Hace poco más de dos años, insatisfecha con la ayuda que
brinda a las ONG, además de la iglesia de su barrio, Susana se vio motivada por
las juntadas porteñas en las que los jóvenes y adultos preparan ollas de guiso
y brindan abrigo y techo a quienes duermen en la calle, en el banco de las plazas o las escalinatas de los templos. Como en la Ciudad todas las zonas
estaban cubiertas, una amiga le aconsejó implementar el mismo proyecto en su
barrio.
Esa misma noche, Susana se fue caminando a la estación San Miguel del ferrocarril San Martín y se encontró con varias personas que dormían en el puente que cruza las vías, en los bancos y también en la plaza. No tardó en llamar a una amiga para contarle lo que había visto, preparó sanguches, jugo, sopas, lo que tenía en el momento, y juntas fueron a repartir todo a quienes, desacostumbrados a tal gesto desinteresado, se mostraron desconfiados.
Esa misma noche, Susana se fue caminando a la estación San Miguel del ferrocarril San Martín y se encontró con varias personas que dormían en el puente que cruza las vías, en los bancos y también en la plaza. No tardó en llamar a una amiga para contarle lo que había visto, preparó sanguches, jugo, sopas, lo que tenía en el momento, y juntas fueron a repartir todo a quienes, desacostumbrados a tal gesto desinteresado, se mostraron desconfiados.
Pasó el tiempo y las caras se hicieron conocidas. La
incredulidad se esfumó y Susana, junto a su marido y dos personas más que se
van turnando para llevarla en auto, sale religiosamente, llueva o truene, los sábados y domingos de 20.30 a 21.30 a
encontrarse con los “amigos de la calle”. Algunos de ellos son Luiggi, un
cartonero que necesita ropa muy grande; Antonio y Tito, cuidachoches de los
alrededores de la plaza de San Miguel; Lidia que está sola y un poco perdida;
Artemia que duerme en la estación; Alejandra que vende medias y a
veces necesita comida para sus dos hijos menores, a los cuales no puede llevar
a la escuela porque está todo el día trabajando en la calle; Marcelo, Ariel, María...
y hay más.
Una tarde apareció Rosa, la madre de una familia numerosa
que vivía en una casa con múltiples necesidades. La principal era un baño.
Motivada por su vieja costumbre de lograr todo lo que se propone, Susana
obtuvo un juego de baño en perfecto estado, donado por un amigo que
recientemente había refaccionado su casa. Además, le consiguió trabajo a Rosa
limpiando casas y a su marido manejando un auto como remisero. Es una pequeña muestra de su modus operandi: obtener todo lo que se propone.
Susana necesita, para sus amigos de la calle y muchas
otras personas que recurren a ella, abrigo, zapatillas, frazadas, sopas crema,
fideos para guiso, leche en polvo y gente dispuesta a poner un vehículo para
trasladarla, porque la idea es ampliar sus salidas a los días de semana.
Es por eso que, además de colaborar con los Leoncitos deMoreno, los integrantes de Tu Tiempo es Hoy queremos ayudarla a ella. No es
difícil: el domingo 24 de junio te llegás a Pelthom Bar (Gelly Obes y Arias) a
partir de las 18, acercás alguna de estas cosas, ropa para chicos, juguetes o
alimentos no perecederos y, de paso cañazo, disfrutás de las canciones de Trazo Fino, Mantente Alerta, Donde Manda
Marinero y Principiantes. ¿Más claro? Echale agua.
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