Fotos: Majo Rodriguez Villarroel |
Por teléfono, pensé que era una nena.
-Hola, sí, con Guadalupe Capustrini…
-Sí, soy yo -contestó con una frescura que me enfrió la oreja.
Hasta conocerla, la imaginé chiquita, indefensa, soñadora. Sólo en lo último acerté. Golpeé las manos con ansiedad en el 3888 de Marcos Sastre, a metros de Pichincha, pero tardé en descubrir que la fachada verde esmeralda era un truco para engañar los sentidos. El lugar era al lado, donde un cartelito de madera indicaba desde el garage “Fundación Aprendiendo a Aprender”.
Abrió Manuela y estiró el misterio. Su hija estaba adentro, dando vueltas alrededor de la mesa rectangular que recibía embates de crayones, biromes y lápices. Así es todos los sábados a la mañana y varias tardes durante la semana, cuando familiares, vecinas y docentes del barrio Constantini, en el Oeste de San Miguel, ayudan a la joven maestra a llevar a cabo un proyecto que arrancó, como casi todos los que aparecieron en nuestro camino, con una historia trágica devenida en utopía cristalizada.
Guadalupe daba clases en varias escuelas de San Miguel hasta que un sábado de septiembre de 2010 (que justo, justísimo era el día del maestro) amaneció sin poder moverse. Pasaron días, viajes, estudios, tratamientos sin que nadie pudiera aclararle el horizonte.
Bueno. Hasta acá tenía yo, de relato. En realidad había un par de párrafos más, pero no daba en la tecla. Ni en la cuerda, ni en el blanco ni nada. Leía y releía lo escrito, pero no caminaba. No encontraba la forma de transmitir lo que vimos ese sábado a la mañana, bajando del 269 cartel rojo, en la atmósfera que se respiraba en esa casa, en los ojos de Walter cuando no entendía el verb to be, en las tazas de mate cocido, las galletitas, los crayones, los juguetes desparramados en el patio.
Por suerte le mostré el texto a una de esas personas lindas que nos toca cruzarnos mientras vacacionamos en esta galaxia.
-Por qué no te vas a dormir, y mañana lo agarrás renovado. Cuando algo no sale, no sale.
Fue lo que hice. Y el mañana de ayer, que hoy sería hoy, recibí un mail de Guadalupe. Entonces descubrí que nadie mejor que ella iba a terminar de contar su historia. Por eso, copio y pego lo que me escribió en la previa de la Estación de Sueños, el próximo tiempo de Tu Tiempo, el festejo del Día del Niño, el domingo en que vamos a ayudarnos entre todos y ayudarla a ella.
Hola Ariel! Principalmente te queríamos agradecer la visita a la Fundación y el interés por tejer redes. Te cuento un poco mi situación actual...